TRANSFORMERS 2:
LA VENGANZA DE LOS CAÍDOS
4/10
¡Aloha ignorados mas nunca olvidados compadres cibernéticos! Vamos a reloadar esta maravillosa sección con la visita de unos viejos amigos, creados por algún japonés con un sospechoso gusto por los opiáceos y los coches de lujo. ¡LOS TRANSFORMERS!
Vuelven a dar por saco dos años después de su primera puesta de largo cinematográfica, dispuestos a destruir calles, edificios y todo tipo de artilugios y construcciones que nuestra raza levanta con sangre, sudor y lágrimas, y esperando aún que les agradezcamos el favor dedicándoles millones de metros de carísimo celuloide. Bueno, vale. Coló una vez.
Dos ya no.
No seré yo quien tenga prejuicios de ningún tipo con los “summer blockbusters”. Es más, me declaro enemigo de los culturetas snobs y lameculos gafapastas que los desprecian por el mero hecho de serlo, y que miran antes la nacionalidad de una película que cualquier otro aspecto (a todos ellos y a los fans de “Juno”). Quien haya leído mi reseña (ODIO esa palabra) de la primera entrega de la futura trilogía podrá adivinar sin mucho esfuerzo que me gusta que me atonten durante un rato delante de una pantalla con algún tipo de luminosa hipertrofia exuberante (con Megan Fox o sin ella).
Eso sí, una cosa es que me guste que me atonten y otra que piensen que vengo subnormalizado ya de casa. Por eso detesto “Transformers: La Venganza de los Caídos”.
Habrá quien diga que esta segunda entrega exhibe más o menos los mismos niveles de idiotez, incoherencia, carencia de guión y trama, estereotipos, tópicos, mumbo-jumbo y fetiches militares que la primera.
Habrá también que diga que sí, que es una película estúpida, pero que lo son todas las de Michael Bay, desde “Dos Policías Rebeldes” hasta “Armageddon” ó “Pearl Harbor”.
Tambien quedará que por qué carajo voy a verla si ya sé a lo que me enfrento, sabiendo como se supone que sé que la crítica en masa le ha arrancado el corazón al unísono, proclamando ya su primera candidata al “Razzie 2010”.
Es lógico pensarlo. Así que me siento en la butaca y espero a ver qué pasa.
Um, The Fallen machacando a un montón de trogloditas. No está mal.
¡Hombre, bien, una escena de acción!
Uf, lleva cinco minutos y no aún no sé qué está pasando. ¿Es normal que no distinga a ninguno de los ocho o diez Transformers que se están hostiando?
Hombre, Megan y Shia. Espera, ¿qué es eso? ¿Caniches porculándose? ¿¿Pero QUÉ ES ESTO?? ¿¿Y sólo llevamos un cuarto de hora??
Así que al cuarto de hora desconecté. ¿Estamos gilipollas o qué? ¿En qué momento ha habido un solo cerebro pensante en la Galaxia que ha decidido que en pleno 2009 y con 200 millones en la cuenta de gastos una escena como esa iba a suscitar algo que no fuera repugnancia? Me tragué mis palabras cuando media sala se partió el ano de la risa. ¡GENTUZA!
Pero no sería, ni muchisimo menos, lo peor. Al poco rato, la madre del prota se come unos bizcochos de marihuana y, tras contar las intimidades de su hijo a todos los pibones del campus, le hace un placaje brutal a un tipo que jugaba al rugby o similar (todos sabemos que ESE y no otro es el efecto de los porros, ¿verdad?). La sala seguía desternillándose y yo me hundía cada vez más en mi butaca.
Un buen rato después, un John Turturro reconvertido en Blogger carnicero y sobreactuado como nunca, enseña su culo con tanga y coquilla en un gag tan gratuito y absurdo que nos hace olvidar completamente que este tío protagonizó una Palma de Oro en Cannes para los hermanos Coen.
En algún momento del tercer acto, aparece Ironhide: un robot gigantesco con un Alzehimer de camello que, además, se pee paracaídas (NO ES BROMA). Insufrible. Y cuando, veinte segundos después, un Decepticon canijo empieza a frotarse a lo bestia con la pierna de Megan Fox como si los espectadores fueran absolutamente retrasados mentales, me subieron los colores de la vergüenza ajena y puse definitivamente el stand-by hasta que terminara la película, sabiendo que no podría remontar (y albergando la esperanza de que la batalla final mereciera la pena un poco).
Pero no fue el caso. Entre escena ridícula y escena ridícula, puro ruido y furia totalmente descontroladas. Transformers hostiándose, persiguiéndose, charlando, soltando peroratas autoconscientes, destrozando cosas y ABURRIENDO a muerte al personal. Algunos diseños de producción y de robots (fantástico The Fallen) excelentes y la fotografía naranja estándar del cine Bay. Y la tan cacareada escena final en las pirámides resulta vistosa, pero a estas alturas de la peli uno ya le cogido una manía mortal a los bichos y a su historia. Y por supuesto, nada que decir de la trama, los diálogos o el guión. Mierda pura, oigan.
Las secuencias de acción son buenas, pero no soberbias como en la primera. Es más, los efectos especiales físicos (explosiones, disparos, derrumbamientos, pirotecnia) resultan mucho más llamativos que los meramente digitales. Estos son, salvo contadas excepciones en los que se aleja el foco y se distingue el robot, inacabables y mareantes desfiles de bloques de metal dando vueltas y más vueltas sin saber muy bien por donde ni por qué, y que terminan por hacerse insoportables.
¿Cosas buenas? Las hay: Megan luce mejor que nunca, Shia lo da todo y la chica esa rubia tampoco lo hace nada mal. El compi de habitación del prota (un bloguero paranoico demasiado guapetón para ser tan friki) también se salva. Hay una pelea en el bosque entre Optimus y tres malvados que está entre las mejores de la saga. El Devastator ese está muy chulo, aunque parezca imbécil de puro gigantesco y torpón. The Fallen es carismático y su aspecto resulta convincentemente amenazador. La visita a Cybertron también mola. Y la llegada de los Decepticons a la Tierra, aterrizando encima de una facción de la flota naval, es INCREÍBLE. Y… bueno, los efectos de sonido vuelven, una vez más, a alzarse como los triunfadores de la noche a nivel técnico.
Hay, en suma, dos cosas imperdonables en este engendro.
UNA: Que se piensen que somos gilipollas irredentos y nos hace gracia ver a unos chuchos o a un robotín dándose cera rectal. Y que nos cuelen tanto humor estúpido, pues lo de arriba es lo más grave, pero hay montones de gags mongólicos repartidos lo ancho y largo de la peli. Y que lo hayan sido capaces de controlarse, ni en el humor zafio, ni en la duración de las escenas (ni de la peli), ni en la hipertrofia digital, ni en la escasez de narrativa.
DOS: Que hayan destrozado de un plumazo toda la mitología Transformer. En la anterior película, la llegada de los Autobots a la Tierra estaba rodeada de una especie de halo épico que confería a los robots una dimensión como de deidades místicas. Ahora se tiran pedos, intentan follar, dicen tacos, se pelean entre ellos como subnormales (¡que alguien mate a esos Gemelos!), y lo que es peor, no nos importa una mierda si viven, mueren o defecan. Ya no imponen. Es imperdonable banalizar así a unos personajes tan característicos como estos.
LO MEJOR >>> El aterrizaje de los Decepticons y la batalla en el bosque; Los efectos de sonido y los efectos visuales en general; The Fallen; que Megan Fox ya no es sólo un cacho de carne.
LO PEOR >>> Que nos tomen por imbéciles y todo lo que ello conlleva (guión, situaciones, personajes, humor); que Michael Bay se haya tirado él solo a los leones de nuevo tras salvar milagrosamente la cara con la primera película; que difícilmente contratarán nuevos guionistas para la tercera parte.
Michael Bay me ha hecho sentir por primera vez como un niñato pajillero o un papá pajillero o un Down que se cortaría los padrastros con tijeras de podar. Eres gilipollas y tu película también. Sois imperdonables.
B.B.