AVATAR
8’4/10
¡Aloha, fans de Cameron! Un buen día de verano, 20th Century Fox cometió el error de dejar ver un trailer breve, montado de aquella manera y expuesto demasiado de sopetón, de su plato fuerte del año, una película vendida como todo un gamechanger, destinada a cambiar la industria y de poner patas arriba la forma de ver y hacer cine a día de hoy. A los fanáticos no hubo ni que convencerlos: aquel minuto y pico era el futuro de la Humanidad. Los haters también lo tuvieron fácil: lo visto, simplemente, no cumplía. Y el resto (yo mismo) también cometimos el error de hacer un juicio precipitado, era como juzgar una película por el color del plato en la que nos la iban a servir. Y como comprobamos en el Avatar Day, ningún trailer podría habernos vendido lo que James Cameron tenía guardado para nosotros en AVATAR.
El nuevo largometraje de James Cameron es, cómo decirlo, cine puro. Cine de la era digital. Cine del Siglo XXI. Cine contemporáneo, una superproducción de nuestro tiempo con las virtudes y defectos que ello implica. En esencia, es eso. ¿Qué no es? No es una obra maestra. No es “el nuevo Star Wars”. No es la mejor película de Cameron. Tiene defectos a puñados, y unas virtudes como camiones. Y es, básicamente, la suma de sus partes.
Me ahorraré el argumento, de sobras conocido. Literalmente, porque el punto de partida, el resumen básico es el ABC del cine de aventuras: forastero inadaptado se enemista con su origen al enamorarse de fémina indígena. A nivel argumental, el gran logro de Cameron es situar su historia en un lugar completamente nuevo, y la construcción, de puro sencilla, es idónea.
Los diálogos se explayan poco y van directos al grano: explican lo que tienen que explicar y lo que sobra, se queda fuera. Esto provoca que los personajes secundarios estén esbozados de forma muy básica, y es una lástima que personajes que podían haber dado tanto juego como el de Michelle Rodríguez (militar aguerrida), Sigourney Weaver (botánica malhablada), Giovanni Ribisi (corporativo cabrón) y especialmente Stephen Lang (puro villano de acción, militar sin escrúpulos) queden desdibujados, esbozados con leves matices y finalmente tópicos. Por suerte, resultan lo suficientemente funcionales para la ocasión.
De hecho, a la duración original pretendida por Cameron (algo más de 3 horas) tuvieron que amputarle unos 20 minutos para que encajara en el máximo minutaje que permiten las sesiones IMAX. Seguramente sea este el origen de la falta de profundidad de estos personajes, de la excesiva rapidez con que se despachan ciertas escenas y de la muy criticada ausencia de secuencias de la futura Tierra sumida en el caos (que Cameron anunció en su día y que aquí despachan con un par de frases evocadoras).
Básicamente, estos son sus defectos. Cebémonos, pues, con las virtudes.
Como hemos dicho, Cameron ha sido un genio a la hora de transportar su tópica historia a un mundo nuevo. Literalmente, porque su planeta-satélite Pandora es la auténtica dueña de la función, más allá de las batallas, la tecnología o los mismísimos Na’vi protagonistas. El nivel de detalle de sus espesas junglas, lo exótico de su original fauna azulada, su descomunal scope (mención especial para esas inolvidables montañas flotantes), la bioluminiscencia de su flora, el inagotable y fascinante concepto de todas las criaturas vivas unidas por una sola fuerza vital… Cameron se toma todo el tiempo del mundo (y eso le honra) en describirnos con exhaustivo detalle la vida en Pandora desde todos sus puntos de vista, lo que unido al conseguido efecto 3-D convierten el visionado de AVATAR en una absorbente, inolvidable experiencia que nos hace desear que no acabe jamás.
Enclavados en ese espectacular marco se hallan los dos personajes principales: el avatar del prota, Jake Sully (mezcla de humano y Na’vi), y la princesa guerrera Neytiri. Puede que Sam Worthington no llegue a ser una superestrella en el futuro, pero estos dos personajes sí perdurarán en la memoria cinéfila. No sólo por el asombroso trabajo de motion capture que nos los ha traído a la vida con una precisión y detalle que marcan un nuevo estándar. No sólo por su excelente concepción y diseño físico. No sólo porque su evolución como personajes nos mete de lleno en la historia y hace que nos la creamos por más elementos fantasiosos que nos echen. Es porque, cuando llega el primer beso, en una escena preciosa, uno está absolutamente rendido a sus pies. Y sin eso, no habría película.
Tras una primera mitad visualmente embriagadora, en un momento dado el film cambia el chip y se convierte en una cinta de sci-fi action (me gustan estos anglicismos tan explícitos) pura y dura. En el momento en que los malvados militares deciden pasar a la acción, aunque sea a costa de los indígenas azules, el scope aumenta espectacularmente y Cameron se pone a los mandos de unas secuencias de acción que ponen los pelos de punta, empezando por la caída del Árbol Madre y culminando en la batalla final.
La primera es, básicamente, la destrucción (misiles mediante) del hogar de la tribu Na’vi protagonista, un árbol de más de 300 metros de altura que es un ecosistema en sí mismo, y está tratado con una exquisitez visual deliciosa pese a lo complicado que resulta concebir y planificar una secuencia así.
Por su parte, la batalla final, que Cameron definió como “la madre de todas las batallas”, no es tan masiva en escala como pudiera ser, qué sé yo, los Campos de Pellennor en “El Retorno del Rey”, pero resulta igualmente espectacular: cazas, aviones y todo tipo de parafernalia militar por tierra y aire arrasando la jungla mientras un ejército de Na’vi también por tierra y aire les hace frente. Una secuencia de 20 minutos que muy pocos podrían haber llevado a buen puerto. Afortunadamente, Cameron nos deleita con planos largos y detallados, explícitos en su composición visual, en los que no se nos escapa detalle de dónde están los personajes o los elementos, en las antípodas de un Michael Bay cualquiera (y perdón por insinuar una comparación), y además está repleta de sorpresas y momentos verdaderamente emocionantes, y los efectos no flaquean un solo segundo, no hay un solo plano que nos saque fuera de la acción. Es básicamente, una secuencia de acción perfecta. Y, sorpresa de las sorpresas, durante la mayor parte, se prima a la excelente banda sonora por encima de los efectos de sonido.
Cuando el logo verde que nos indica el final de la película aparece en pantalla, uno sólo quiere que el proyeccionista se apiade de nosotros y la proyecte de nuevo. Tirando de más anglicismos, la definiré como un Epic Sci-Fi Tech-Action Blockbuster King-Size XXXL. Espectacular.
AVATAR borrará el recuerdo de “Titanic” en la mente de quienes la detestaran, y nos hará agradecer de nuevo el retorno de Cameron a quienes nos encantó. ¡Y somos más de los que lo admiten!
LO MEJOR >>> Pandora y los seres que lo habitan (x5). El concepto de la fuerza vital que todo lo une. Lo fácilmente que entramos en una historia de seres azules de tres metros de altura (y nos los creemos). Que el aspecto visual no ahoga a los personajes. Que podría haberse prolongado otras tres horas. Sam Worthington. El escalofriante reencuentro final (por así decirlo), en verdad inolvidable. Su arrebatadora fascinación conceptual.
LO PEOR >>> Demasiadas prisas. Que Cameron, a veces, no tenga un co-guionista. ¡Más Michelle Rodríguez! Que aquí no me caben todas las secuencias y personajes que me gustaría destacar. Que algún soplagaitas se la piratee.
B.B.
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